Golpes de calor.
Cuando un gato sufre un golpe de calor, observamos taquicardias, jadeo y un color granate en las encías y lengua. Los golpes de calor se producen en una situación de estrés, en la que la temperatura corporal del gato sube. Un largo viaje o el olvido de nuestra mascota en el coche mientras nos tomamos un café, pueden provocar un golpe de calor a nuestra mascota, sobretodo en verano.
El aire condicionado
El aire acondicionado provoca en nuestra mascota dolencias como la faringitis, la rinitis o la laringitis. Intentaremos no subirlo demasiado y mantener la habitación en una temperatura correcta, intentando que nuestro gato no pase frio.
¡Ojo con las ventanas abiertas!
Si en lugar de encender el aire acondicionado, decidimos abrir las ventanas, debemos tener especial cuidado. El gato no se lo pensará dos veces a la hora de asomarse a la ventana y subirse a la repisa. Esto no siempre implica un accidente, pero tampoco sería la primera vez que un gato se cae por la ventana.
Agua
En los días de calor, el gato necesita ingerir más agua que en invierno. Deberemos llenar el bebedero completamente de agua fresca, ya que en verano se evapora fácilmente.
La comida
En verano los alimentos se descomponen con mayor facilidad y en menor tiempo. Es por eso que deberemos vigilarlos.
Insectos y parásitos
En verano los insectos parásitos se multiplican, y con ellos los problemas para nuestras mascotas. Los mosquitos, las pulgas y las garrapatas producen muchas molestias, así como reacciones alérgicas, inflamaciones y urticaria. Se trata de problemas de fácil y rápida solución, pero que molestan, año tras año, a nuestros gatos. Sus efectos negativos se pueden disminuir, e incluso evitar, con productos antiparasitarios, siempre siguiendo el consejo de nuestro veterinario.