Los gatos, como sabios irracionales, llevan mucho mejor sus cambios físicos debidos al inexorable paso del tiempo.
Ellos
no recurren a variopintos tintes para cubrir sus venerables canas, no
acuden al veterinario para un blanqueamiento dental, no se preocupan por
aumentar sus horas de sueño… nadie se lo reprochará.
PRIMERAS CANAS
A los propietarios les sigue resultando curioso ver que la cara de su
gato se blanquea. Debemos pensar que ellos también tienen melanocitos, y
que dentro de ellos está la deseada melanina que broncea nuestros
cuerpos ante los rayos del sol.
Cuando aumentan los años, aumenta la
posibilidad de que este claro síntoma de la vejez aparezca, y tampoco es
raro que tras un tiempo de acostumbrarnos a una imagen más
“blanquecina” del pelaje de nuestro minino, su coloración se recupere,
en su totalidad o en gran parte.
DENTADURA
Pues sí, a ellos también se les caen piezas dentales; si bien es
cierto que si mantenemos una adecuada prevención oral (alimento seco,
visitas al veterinario...) los dientes se mantendrán en su posición toda
la vida, también es seguro que algunos ejemplares presentarán más
problemas en su dentadura y en la conservación de sus piezas dentales.
EL SUEÑO
En este apartado nos podemos encontrar con dos posibilidades
meridianamente opuestas: aquellos gatos que aumentan considerablemente
sus horas de sueño o de inactividad y, por otro lado, animales de la
misma edad que parece que han sido recargados con pilas alcalinas.
Es
cierto que lo más normal, lógico, es la disminución de la actividad
física y el aumento de las horas de sueño, pero, en el caso de los que
aumentan su actividad, incluso, y preferentemente, por la noche,
deberíamos plantearnos que puede existir algún problema de disfunción
“mental”.
SALIDAS AL EXTERIOR
En los gatos con posibilidades de salir fuera de casa, la edad
consigue aquello que muchos propietarios habían deseado durante toda la
vida del animal: que se quede en casa.
Los recursos físicos:
músculo-esqueléticos, termorreguladores… se ven alterados, por ello el
animal adapta su realidad a su estilo de vida: ¿salir al jardín con la
que está cayendo? ¡¡con lo bien que estoy al lado del radiador!!
Su
interés por explorar el mundo exterior disminuye, su necesidad de dar
rienda suelta a sus instintos predatorios se ve sustituido por el mayor
interés por estar calentito y con su comida cerca.
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