Las primeras referencias a estos gatos las
encontramos en unos manuscritos de los siglos XIV y XV provenientes de
la antigua capital del reino de Siam, Ayuthaya. En ellos se ven
representados gatos que evocan al Burmés actual.
Gato de tamaño medio, el Burmés posee un cuerpo
largo, musculoso y fuerte. Su extremidades son finas, siendo más
elevadas las posteriores, y terminan en unos pequeños pies de forma
ovalada. Su larga cola es estrecha y afilada. Su largo cuello termina
en una cabeza triangular, con unas anchas orejas, erectas e inclinadas
ligeramente hacia delante, terminan en una punta redondeada, y unos
ojos “achinados” de color dorado.
Su pelo corto, es muy suave y brillante. Existen
cuatro variedades, todas ellas con ojos dorados a amarillos: el marrón,
el chocolate, el lila y el azul.
La raza Burmés es muy cariñosa y sociable. Puede ser
un buen gato doméstico, aunque necesita de espacio para salir, andar y
satisfacer su instinto cazados. Posee una gran inteligencia y aprende
rápido.
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