Haciendo honor a su fama de gourmet y de sibarita, el gato
doméstico presenta unos hábitos alimentarios muy particulares, algo que
es importante conocer para entender su comportamiento y para poderle
satisfacer como merece.
El gato come espontáneamente poco y muchas veces
A diferencia de los cánidos que cazan en jaurías, el gato captura y
se come sus presas solo. Caza por instinto, no por hambre y cada una de
sus presas cubre sólo una pequeña parte de sus necesidades; se
arriesgaría a morir si esperara a tener hambre para cazar. En el caso de
un gato que vive en el interior hay que sustituir la caza por el juego
para ayudar al gato a mantener un carácter equilibrado y un peso ideal.
Adaptado a consumir pequeñas presas, fracciona la toma de alimento
tanto durante el día como durante la noche y va a comer una media de
diez a veinte veces al día cuando se le deja alimento seco con libre
acceso. Cada vez consume entre cinco y seis gramos y su “comida” sólo
dura entre uno y dos minutos. En total, está menos de treinta minutos
comiendo cada veinticuatro horas. Sin embargo, este comportamiento
“medio”, esconde grandes diferencias entre las razas: el Siamés y el
Maine Coon se caracterizan por una velocidad de ingestión grande (4
g/min aproximadamente), mientras que el Persa se toma su tiempo y sólo
consume por término medio 1,7 g/min.
Cuanto más rápido come un gato (por ejemplo, el Siamés) mayor es
el riesgo de regurgitación después de la comida. Además, una rápida
velocidad de ingestión implica que el gato se traga las croquetas sin
masticarlas y la ausencia de penetración de los dientes en el interior
de las croquetas favorece la formación de placa dental y aumenta la
incidencia de gingivitis y de afecciones periodontales.
El comportamiento alimentario normal del gato sólo se puede expresar
si el entorno es suficientemente seguro. El gato tiene que poder
aislarse para exteriorizar con toda seguridad el conjunto de sus
comportamientos básicos: explorar, observar, esconderse, jugar, asearse,
comer, dormir, marcar su territorio, hacer sus necesidades, etc. A cad
del día le corresponde un “territorio” particular en el espacio y en el
tiempo.
Una superficie insuficiente o una mala distribución de su territorio pueden alterar su comportamiento alimentario.
En los lugares donde no exista un refugio o un sitio donde ponerse a
cubierto, el gato se encuentra permanentemente expuesto, lo cual le hace
muy vulnerable al estrés. El gato puede rechazar el alimento aunque
sea muy apetitoso. También puede desarrollar comportamientos de
aplacamiento, como el lamido permanente o la bulimia.
Modos de coger la croqueta
Aunque parezca algo obvio, cada gato deposita las croquetas en la boca de una manera. Existen tres formas básicas:
El modo labial (el más difundido): el primer contacto se produce con los labios.
El modo lingual superior: el gato usa la cara superior de la lengua (como si bebiera a lengüetadas).
El
modo lingual inferior (específico de razas de tipo Persa): el gato
aplica la cara inferior de la lengua a la croqueta y después la lleva
hacia atrás.
Algunos consejos para favorecer el comportamiento alimentario natural del gato
- Alejar lo más posible la zona de alimentación (los recipientes de agua y alimento)
de la zona de eliminación (la arena).
- No usar recipientes dobles de “agua + croquetas”, ya que facilitan la contaminación
del agua por el alimento y pueden ser la causa de un abrevado insuficiente.
Los recipientes de agua y alimento deben estar separados al menos 50 cm.
- Se prefieren los recipientes de loza o de acero inoxidable a los recipientes de
plástico.
- Si el gato no sufre de sobrepeso, dejar el alimento con acceso
libre (vigilando la cantidad total consumida cada día). Si el gato
necesita perder peso, hay que racionar la comida.
COMPORTAMIENTO DEL GATO CON UN ALIMENTO NUEVO
En general, un alimento nuevo atrae espontáneamente a los gatos,
parece que esta tendencia natural (neofilia) ayudaría a los carnívoros a
diversificar su alimentación para obtener el equilibrio nutricional. La
neofilia es más acentuada si el alimento nuevo es muy apetitoso o si se
presenta en pequeña cantidad con respecto al alimento habitual. El
cambio de alimento puede venir acompañado de un consumo excesivo
pasajero; por lo tanto, hay que vigilar el peso del gato después de la
transición.
La atracción por un alimento nuevo depende también de la alimentación anterior.
Si
se ha suministrado el mismo alimento durante mucho tiempo, el gato
manifiesta con más facilidad una preferencia duradera por el alimento
nuevo. Este “efecto de novedad” viene acompañado siempre de un consumo
excesivo temporal que puede durar varios meses.
Puede ocurrir que un gato rechace un alimento que se le da por
primera vez, simplemente por rechazo de la novedad. Es la neofobia, que
representa el apego a las costumbres alimentarias. Se observa sobre todo
cuando el animal está estresado debido a condiciones ambientales
distintas de las habituales.
Los gatitos aceptan mejor un alimento nuevo si se les alimenta en
presencia de su madre. Si están aislados, pueden rechazar el alimento
nuevo durante varios días, mientras que en presencia de la madre lo
aceptan en unas cuantas horas. Para vencer la neofobia hay que presentar
el alimento nuevo mezclando una cantidad creciente del alimento nuevo
con el antiguo durante varios días. Para que el olfato del gato perciba
fácilmente los aromas, hay que tener en cuenta que son de naturaleza
volátil y por lo tanto corren el riesgo de desaparecer progresivamente
en el aire ambiente. Para limitar el riesgo de pérdida de la
apetitosidad una vez que se ha abierto el envase, es importante elegir
un tamaño de saco adecuado para el consumo cotidiano.
Cuando un alimento ha estado asociado con una experiencia
desagradable (enfermedad, hospitalización, estar internado, etc.), el
gato también puede desarrollar un sentimiento de aversión y ser capaz
entonces, de rechazar este alimento durante mucho tiempo.
Un gato que no come durante tres días seguidos debe llevarse al veterinario.
DETERMINACIÓN DE LAS PREFERENCIAS ALIMENTARIAS
Los gatitos son condicionados desde muy temprano a sabores particulares. Los
fetos son sensibles a los aromas del líquido amniótico y después a la composición
de la leche materna, la cual depende, a su vez, de la alimentación de la gata.
La agudeza olfativa del gato está mucho más desarrollada que la del hombre y es el olfato el que
sirve
como primer sentido discriminante para seleccionar un alimento. Por
ejemplo, el gato percibe muy rápidamente el comienzo de la oxidación de
las grasas. Puede rechazar la comida antes de que el hombre sea capaz de
descubrir el más mínimo olor a rancio. No obstante, el olfato disminuye
con la edad.
La apetitosidad es una condición sine qua non para que
el gato ingiera bien el alimento que se le ofrece. El alimento
teóricamente más equilibrado no vale nada si el gato le hace ascos. Esto
es aún más cierto cuando su salud exige un régimen particular cuya
formulación en teoría no favorece que sea apetitoso: restricción de
fósforo, materias grasas, proteínas, etc. En este tipo de situaciones
los aromas tienen una gran importancia. Los utilizados en los alimentos
para gatos se obtienen mayoritariamente por hidrólisis enzimática de las
proteínas, reacción de Maillard, etc.
Todos los productos alimentarios tienen tendencia a alterarse con el tiempo.
Para
garantizar una buena apetitosidad durante todo el periodo de
conservación de un producto, hay que vigilar de cerca la conservación de
las materias grasas del alimento, particularmente las que se ponen en
el recubrimiento de la croqueta, ya que, en contacto con el oxígeno del
aire, las moléculas lipídicas generan la producción de moléculas
inestables, los radicales libres, que son la causa de los fenómenos de
oxidación y, por lo tanto, del enranciamiento de las grasas. La
conservación a la luz y con calor acelera el proceso.
La alimentación en el destete es determinante para fijar las
preferencias alimentarias. En general, el gatito prefiere el alimento
con el que se ha destetado en presencia de su madre hasta los cuatro ó
cinco meses de edad.
¿CUÁLES SON LOS SABORES QUE PERCIBE EL GATO?
El gato presenta distintos comportamientos frente a los distintos sabores:
El sabor ácido le atrae mucho. Los receptores del sabor ácido están presentes por toda la superficie de la lengua.
Detecta
bien el sabor salado. Su percepción se basa en el mismo principio que
para el sabor ácido (transferencia directa de iones).
El gato
detecta el amargo a un umbral más bajo que el perro, lo cual le permite
evitar las sustancias tóxicas de sabor amargo (por ejemplo, la
estricnina).
El gato percibe el sabor umami, específico de los
carnívoros, que corresponde al sabor de un aminoácido no esencial, el
glutamato.
El gato no tiene receptores gustativos para el sabor
dulce. Así pues, a diferencia del perro, al gato no le atraen los
alimentos dulces. Incluso tiene una actitud de rechazo frente a
edulcorantes sintéticos como la sacarina que percibe como de sabor
amargo.