jueves, 27 de septiembre de 2012

Indicadores de envejecimiento

Los gatos, como sabios irracionales, llevan mucho mejor sus cambios físicos debidos al inexorable paso del tiempo.

Ellos no recurren a variopintos tintes para cubrir sus venerables canas, no acuden al veterinario para un blanqueamiento dental, no se preocupan por aumentar sus horas de sueño… nadie se lo reprochará.
PRIMERAS CANAS
A los propietarios les sigue resultando curioso ver que la cara de su gato se blanquea. Debemos pensar que ellos también tienen melanocitos, y que dentro de ellos está la deseada melanina que broncea nuestros cuerpos ante los rayos del sol.
Cuando aumentan los años, aumenta la posibilidad de que este claro síntoma de la vejez aparezca, y tampoco es raro que tras un tiempo de acostumbrarnos a una imagen más “blanquecina” del pelaje de nuestro minino, su coloración se recupere, en su totalidad o en gran parte.
DENTADURA
Pues sí, a ellos también se les caen piezas dentales; si bien es cierto que si mantenemos una adecuada prevención oral (alimento seco, visitas al veterinario...) los dientes se mantendrán en su posición toda la vida, también es seguro que algunos ejemplares presentarán más problemas en su dentadura y en la conservación de sus piezas dentales.
EL SUEÑO
En este apartado nos podemos encontrar con dos posibilidades meridianamente opuestas: aquellos gatos que aumentan considerablemente sus horas de sueño o de inactividad y, por otro lado, animales de la misma edad que parece que han sido recargados con pilas alcalinas.
Es cierto que lo más normal, lógico, es la disminución de la actividad física y el aumento de las horas de sueño, pero, en el caso de los que aumentan su actividad, incluso, y preferentemente, por la noche, deberíamos plantearnos que puede existir algún problema de disfunción “mental”.
SALIDAS AL EXTERIOR
En los gatos con posibilidades de salir fuera de casa, la edad consigue aquello que muchos propietarios habían deseado durante toda la vida del animal: que se quede en casa.
Los recursos físicos: músculo-esqueléticos, termorreguladores… se ven alterados, por ello el animal adapta su realidad a su estilo de vida: ¿salir al jardín con la que está cayendo? ¡¡con lo bien que estoy al lado del radiador!!
Su interés por explorar el mundo exterior disminuye, su necesidad de dar rienda suelta a sus instintos predatorios se ve sustituido por el mayor interés por estar calentito y con su comida cerca.