lunes, 27 de agosto de 2012

Los mayores en casa

Cuando nuestro gato entra en la tercera edad, algunas cosas debemos cambiar en casa para facilitarle la adaptación a esos cambios inevitables que el ritmo de la vida le marca. Estar alerta para notar esos cambios nos permitirá seguir disfrutando de un gato feliz.
A todos nos es difícil aceptar que nos cueste cada vez más algo tan sencillo y rutinario como es el agacharnos a recoger algo del suelo; cuantos más días, meses y años pasan, más nos cruje la espalda y peor nos responden los músculos encargados de flexionar y recuperar la extensión de nuestro castigado organismo.
Pues, aunque nos cueste creerlo, a ellos, a nuestros gatos, les pasa un poco lo mismo.
Cierta tristeza nos inunda cuando “Simba” no corre durante largos minutos tras el puntero láser que proyectamos sobre la alfombra del salón; cierta preocupación nos invade cuando a “Félix” no le vemos saltar sobre “su sofá favorito”. Es… ¡¡la edad!!
Es lógico pensar que ciertas rutinas del gato se irán adaptando a sus variantes capacidades. Cuando un gato cumple los 17 años no tendrá el mismo interés en deambular por el jardín que cuando tenía tres, ¡¡aunque existan honrosas excepciones!!
Lo primero que notaremos es que el animal está funcionando a menos revoluciones, como si todo se hiciera un poco más lento. Ese puede ser uno de los primeros indicativos de que nuestro buen amigo se está haciendo mayor.
A partir de ese momento debemos tener muy presente que las revisiones veterinarias serán algo rutinario, necesario y  fundamental para prevenir o tratar las cosillas que vayan apareciendo.
Lo que jamás debemos hacer es “asumir” que el animal es mayor. La edad no es una enfermedad, es una evolución del ser vivo, un tránsito hacia un nuevo estado vital. En demasiados casos la asunción por parte del propietario de la vejez de su animal se transforma en un cierto “desinterés”: ¡¡si es viejo, que le vamos a hacer!! ¡¡Pues no!!, podemos hacer, y mucho.
Además de las comentadas revisiones y chequeos anuales, debemos adaptar su alimentación.
Con el paso de los años muchos gatos presentan problemas en la cavidad oral (perdida de piezas, ulceraciones, tumoraciones, etc.). Un alimento correcto conseguirá que el animal coma con menos esfuerzo, salga durante más tiempo al jardín, suba un poco mejor a su sillón favorito y corra, quizá como un gamo, detrás de la luz de nuestro puntero láser… ¿por qué? porque le estaremos asegurando el aporte imprescindible de nutrientes para que su organismo siga al máximo rendimiento.
Muchos gatos mayores tienen verdaderas dificultades locomotoras. Algunos caminan de forma distinta, en otros se nota una pérdida de agilidad para saltar como solían hacerlo. En estos casos, aparte de la lógica visita al veterinario para diagnosticar el problema concreto, intentaremos adaptar el mobiliario: cajas de lecho absorbente de fácil acceso, mantas o cojines planos en lugar de complejas cunas y sillones o, por qué no, una rampa de subida al sofá, o plataformas a alturas intermedias para evitarle dar grandes saltos.
Todo es tan sencillo como mirar a nuestro buen amigo, dedicar un tiempo a disfrutar observando esa nueva forma de comportarse y estar siempre atentos a sus pequeños o grandes cambios.
Debemos insistir: la edad, no es una enfermedad. Desde que nuestro gato comience a cambiar sus formas de actuar, variar sus capacidades, hasta el triste momento de la despedida, nos quedan muchos, muchos años para compartir. Durante ese tiempo tendremos que adaptarnos, tendremos que ofrecerle lo mejor, lo más adecuado, pero sin añorar sus capacidades perdidas.
Los gatos mayores, senior, geriátricos… “vejetes”, son también una inagotable fuente de sorpresas. Ayudémosles a que sigan dándolas.

lunes, 13 de agosto de 2012

Un segundo gato en casa

La entrada de un nuevo gato en el hogar puede ser el origen de ciertos conflictos en la convivencia, conflictos que con el paso del tiempo se transformarán en una satisfactoria relación.

No son pocas las familias que deciden que su gato, que su único gato, deje de ser el centro de atención fundamental para pasar a compartir los cuidados de sus amigos humanos con un nuevo compañero.
La vida de un gato experimenta cambios muy positivos con la llegada de otro felino: interacción, juego, comportamiento, salud, etcétera. Pero todos estos beneficios no llegan de forma inmediata, en la mayoría de las ocasiones, los primeros contactos no suelen ser “muy amistosos”: suelen darse más de un bufido, alguna que otra carrera…, y si la proximidad lo permite algún que otro manotazo (generalmente, y por fortuna, sin la presencia de uñas).

¿QUÉ HACER?

Esta es la pregunta estrella de aquellos que están decididos a meter un nuevo felino en casa, pero que tienen dudas acerca de cómo se desarrollará la toma de contacto.
Si nos es posible, deberíamos hacer una presentación a distancia del nuevo habitante al gato residente. Nos explicamos: sería ideal frotar con un paño al nuevo amigo; esa “especial tarjeta de visita” debería dejarse en el territorio del gato que ya convive con nosotros. De esta forma, el inquilino habitual va reconociendo el olor de su futuro compañero, pero sin el estrés añadido de encontrarse también con el cuerpo del nuevo animal acompañando a esa desconocida fragancia.
Tras conseguir que nuestro gato olfatee el paño, podemos frotarlo en su cuerpo; de esta forma conseguimos que el olor del nuevo gato “inunde” no sólo su espacio vital, sino que el olor comparta el propio de nuestro más fiel amigo.
Tras este sencillo método, nuestro gato, el de toda la vida, estará “más receptivo”.

LA LLEGADA

Llegó el momento. Es el día de ir por nuestro nuevo amigo; hemos inundado el entorno y la propia piel de nuestro primer gato con los olores del nuevo compañero, pero, ¿podemos hacer algo más? Por supuesto. En las clínicas veterinarias y en las tiendas especializadas podemos encontrar feromonas “tranquilizadoras”. Estos componentes permiten que en el entorno de nuestro hogar los felinos “respiren” un ambiente de paz y tranquilidad.
El uso de estas feromonas (en aerosol o en dosificador continuo en los enchufes) proporciona una ayuda adicional al buen entendimiento de los nuevos amigos.
Lo mejor es aislar al nuevo felino en una habitación unos días y hacer que ambos se vayan familiarizando con el nuevo olor a través de la puerta. Posteriormente abriremos esa puerta para que se vayan viendo poco a poco y el encuentro no sea brusco.
Ante todo, nosotros no debemos forzar el acercamiento de los animales, sino que estaremos en su presentación como meros observadores, sin sujetarles para que se huelan o prácticas similares.
Nos daremos cuenta de que, en el peor de los casos, lo más que sucederá es que el silencio del hogar se rompa con unos intensos bufidos.

¿Y DESPUÉS?

A partir de este momento ellos serán los que marquen sus pautas de convivencia, los que definan sus territorios, sus muebles favoritos…
Nosotros, con el fin de evitar conflictos en su relación y en la de ellos hacia nosotros, les facilitaremos dos comederos, dos recipientes con agua y, muy importante, ¡un par de bandejas de arena!
En los primeros días de relación es conveniente este despliegue de medios para evitar problemas de territorialidad, dominancia, agresividad, ya que con una duplicación de los enseres felinos, al menos en los primeros días y hasta que se afiance la relación, evitaremos males mayores.
Estamos seguros de que tras unos momentos de duda y unos días de conocimiento, nuestros gatos disfrutarán de una maravillosa vida de convivencia.