sábado, 19 de enero de 2013

Desarrollo comportamental del gatito



El tener un gato apto para desarrollar relaciones armoniosas con los habitantes de la casa y para adaptarse a posibles cambios: mudanzas, llegada de niños a la familia, divorcio, etc, es un orgullo para cualquier propietario.

Los estudios han demostrado que el comportamiento de los progenitores tiene una fuerte influencia genética sobre la socialización de los gatitos con los humanos.
Sin embargo este no es el único parámetro del que depende. La manipulación precoz, y el trabajo de socialización realizado por el criador, en su caso, tienen mucha influencia, así como un efecto acumulativo.
El gatito nace completamente dependiente de su madre. Su desarrollo neurológico no ha concluido tras el nacimiento: nace ciego y sordo.

Durante las primeras semanas de vida, también va a desarrollarse su comportamiento.
Su maduración comportamental puede caracterizarse como sigue:
- Precoz: algunos sentidos ya están desarrollados desde el final de la gestación y
el gatito puede tener reacciones “emotivas”.
- Rápida: en ocho semanas se completa lo fundamental del desarrollo del comportamiento.
El desarrollo del comportamiento del gatito tiene importantes consecuencias sobre el equilibrio comportamental del gato en la edad adulta. Cuando un gatito proviene de un criadero, el criador está favoreciendo un buen desarrollo del comportamiento.

PERIODO PRENATAL

Desarrollo
La sensibilidad gustativa y la olfativa se desarrollan antes del nacimiento. Durante el fin de la gestación, el entorno tiene efectos sobre el desarrollo de los gatitos: los fetos son sensibles a las reacciones emocionales de la gata. A la inversa, las hormonas segregadas por la gata en situaciones de bienestar ejercen una acción tranquilizante sobre los fetos. El buen desarrollo del periodo neonatal está sujeto a la consecución de un justo equilibrio entre las medidas higiénicas que hay que respetar y el bienestar de la hembra.

PERIODO NEONATAL

Tras el nacimiento, los gatitos dependen completamente de su madre. El periodo neonatal se extiende desde el nacimiento hasta la apertura de los párpados, hacia los siete a diez días, por término medio. Durante este periodo, los gatitos aún son inmaduros en el plano sensorial y pasan prácticamente todo el día durmiendo (el 95 % de su tiempo). Cuando están despiertos, su única actividad consiste en buscar la mama y mamar. Al principio, los gatitos se orientan hacia a mama gracias a un gradiente de calor y al olor que desprende y, a menudo, después sólo irán a mamar a la mama de su elección.
Además de la protección inmunitaria que confiere el calostro ingerido durante las primeras horas siguientes al nacimiento y de la función alimentaria que cumple después, la lactancia también influye sobre el desarrollo de los gatitos. Permite adoptar comportamientos táctiles, cuya función principal es tranquilizar a los pequeños gatitos.

REFLEJOS

Durante el periodo perinatal ya existen diversos reflejos primarios. Los más vitales son el reflejo de succión, el reflejo de escarbar y el reflejo perineal.

- El reflejo de succión permite al gatito alimentarse. Está presente normalmente desde el nacimiento, pero puede encontrarse atenuado en caso de hipotermia: desaparece si la temperatura rectal es inferior a 32ºC.
- El reflejo de resguardarse permite que el gatito se sienta atraído por el calor y le ayuda igualmente a localizar la mama.
- El reflejo perineal del gatito consiste en defecar y orinar tras la estimulación de la zona perineal.

En efecto, el control de los esfínteres está totalmente inmaduro al nacer. Es la madre quien, al lamer a sus gatitos, provoca la relajación de los esfínteres y permite la evacuación fecal y urinaria.
Si el o los gatitos son huérfanos, el propietario deberá sustituir lo mejor posible a su madre, tomándose cada día tiempo para estimularlos tactilmente a la vez para desencadenar el reflejo de eliminación (pasando un bastoncillo de algodón humedecido alrededor de la zona anogenital) y para permitir que se desarrollen de forma armoniosa. La gata lame normalmente a su gatito antes de cada toma para despertarle y continúa haciéndolo durante toda la toma.
Aparición de los reflejos y desarrollo del comportamiento

Reflejo de resguardarse desde el nacimiento hasta el día 16 (enterramiento de la cabeza y de la nariz en un objeto caliente, por ejemplo, la mama o la nariz)
Reflejo de succión desde el nacimiento hasta la cuarta semana
Reflejo aurículo-nasocefálico: al nacer (vuelve la cabeza hacia el lado tocado, detrás de la nuca)
Reflejo de Galant al nacer (vuelve la cabeza y curva el tronco del lado del flanco tocado)
Reflejo de rascado desde el segundo día hasta el final de la cuarta semana (movimiento de rascado del miembro posterior, en respuesta al frotamiento de la pared torácica o del cuello)
Reflejo palpebral desde el tercer día, se completa hacia el noveno (cierre de los párpados desencadenado por el contacto del ángulo palpebral externo)
Acomodación táctil a partir del quinto día, siendo sustituido de forma paulatina hacia el mes por la acomodación visual (consiste en que el gatito se sitúa en el borde de una superficie, que simplemente toca con sus patas sin verla)
Reflejo de inmovilización a partir del sexto día (al levantar al gatito por el cuello, las extremidades y la columna tienden a ponerse rígidas por la contracción de los músculos extensores)
Reflejo pupilar a las dos horas de la apertura de los ojos, que puede producirse a partir del quinto día (contracción pupilar desencadenada por la iluminación del ojo)
Acomodación visual entre los 22 y los 28 días (el gatito se sitúa al borde de una superficie que ve)

APEGO MATERNO

El apego de la madre hacia sus gatitos aparece desde los primeros minutos de vida sobre bases olfativas, táctiles y auditivas. La madre lame inmediatamente a sus gatitos recién nacidos, a veces de forma casi excesiva (de ahí la posibilidad de producirles heridas), para liberarlos de los residuos amnióticos e impregnarle con su olor.
Cuando los gatitos nacen por cesárea es importante pedir al veterinario que limite al mínimo el uso de sustancias antisépticas cicatrizantes olorosas sobre la herida y las mamas. En cuanto a los gatitos, aún no se encuentran verdaderamente apegados a su madre y buscan más bien el calor, el alimento y los cuidados básicos.
Durante este periodo es fácil conseguir la adopción por otra hembra.

PERIODO DE TRANSICIÓN: DE LA APERTURA DE LOS OJOS A LA MARCHA

El periodo de transición se extiende desde la apertura de los párpados hasta la adquisición de reflejos de orientación auditiva y visual. Abarca, por tanto, desde los siete o diez días de edad hasta los quince o veinte. Se desarrollan las capacidades sensoriales del gatito. El oído y la vista permiten al gatito orientarse en el espacio. Además, éste adquiere las funciones locomotrices que le permiten moverse más fácilmente dentro del nido de parto. También es en esta época cuando se atenúan los reflejos primarios. Durante este periodo tiene lugar un acontecimiento importante: la impregnación intraespecífica. El gatito asimila que pertenece a la especie felina, lo que le permite comunicarse con sus congéneres. Las premisas del apego primario se desarrollan también durante el periodo de transición: el apego de la madre a sus gatitos se hace recíproco y el gatito desarrolla, a su vez, fuertes lazos con sus hermanos. A partir de este periodo, la adopción por otra hembra se hace difícil.

LA LIMPIEZA

La limpieza forma parte de los comportamientos íntimamente ligados al gato y adquiridos precozmente entre los 22 y los 49 días. Con anterioridad, el gatito defeca y orina mediante estimulaciones peritoneales por parte de su madre. A partir de las tres o cuatro semanas se instaura el control neurológico de los esfínteres, el gatito comienza a esbozar sus aproximaciones a la caja de excrementos y araña la tierra o el suelo blando. Por lo general, la limpieza está completamente adquirida hacia las seis semanas.

LA SOCIALIZACIÓN

El periodo de socialización comprende desde la adquisición de la locomoción hasta el momento en que empiezan a ser independientes. Cronológicamente va desde las dos semanas de edad hasta los dos meses. Es fundamentalmente durante este periodo cuando se desarrolla el apego interespecífico, es decir, hacia otras especies, entre ellas la humana. Aún cuando las bases hayan podido establecerse durante el periodo de transición, durante esta fase el criador deberá manipular a los gatitos en un contexto positivo. Lo ideal es acostumbrarlos a varias personas de distintas edades y de ambos sexos a fin de que estén preparados para cohabitar con cualquier tipo de persona o con otros animales (en particular, los perros).

ADQUISICIÓN DE AUTOCONTROLES

También durante este periodo el gatito debe adquirir su capacidad de autocontrol (dejar de jugar, controlar la mordedura y los arañazos). En parte, este fenómeno lo dirige la madre, que debe intervenir y regular las fases del juego. El castigo puede efectuarse de maneras diferentes (zarpazos sobre el vientre, manotazo en la nariz, inmovilización del gatito...) Si la madre es demasiado tolerante y no interacciona con sus gatitos, estos no podrán adquirir estas capacidades de autocontrol. Las consecuencias de una permisividad materna excesiva son múltiples: da lugar, sobre todo, a gatitos “mordedores y arañadores”, en los que la inhibición de la mordedura está totalmente subdesarrollada. En los casos de gatitos huérfanos o si la madre no cumple con su función reguladora, será el propietario quien tenga que establecer estos límites.

El desarrollo del apego secundario, sobre todo hacia el ser humano, es importante para la vida futura del gatito. Ciertas manipulaciones cotidianas, denominadas handling, permiten acentuar el apego futuro del gato hacia el ser humano.
Se trata de multiplicar los contactos con el gatito durante el periodo de socialización: tomarlo en la mano, acariciarlo, hablarle entre cinco y cuarenta minutos al día por lo menos. Si esta manipulación la realiza el propio propietario, el apego se efectuará más fácilmente hacia una persona. Si el gatito que está destinado a vivir dentro de una familia, es necesario que la manipulación la efectúen dos o tres personas distintas, preferentemente de distinto sexo. Si la gata es temerosa, es preferible
realizar las manipulaciones fuera de su presencia.

APRENDIZAJE Y ENRIQUECIMIENTO DEL MEDIO

Durante este periodo, el gatito establece su umbral de homeostasis sensorial: memoriza los acontecimientos a los que se enfrenta y se acostumbra a ellos. Si el umbral de homeostasis es demasiado bajo, el gatito no soportará los estímulos de la vida diaria, que interpretará como agresiones. El medio donde viven los gatitos debe permitirles integrar el conjunto de futuros estímulos a los que se verán expuestos.
Durante la fase de socialización, el propietario debe obligarse a enriquecer el medio en el que viven los gatitos para desarrollar el umbral de homeostasis sensorial. Bajo este término de «medio enriquecido» se oculta simplemente el hecho de criar a los gatitos dentro de un entorno físico, sensorial y relacional diversificado. Todos los estudios han demostrado que es interesante que los gatitos tengan a su disposición, aunque sólo sea durante algunos minutos al día, objetos diversos (pelotitas, bolsas de papel fuerte, cajas de cartón...), elementos lo suficientemente grandes para que puedan esconderse en ellos, así como un universo sonoro variado (televisión, juegos y gritos de niños, música...).

viernes, 9 de noviembre de 2012

El comportamiento alimentario del gato

Haciendo honor a su fama de gourmet y de sibarita, el gato doméstico presenta unos hábitos alimentarios muy particulares, algo que es importante conocer para entender su comportamiento y para poderle satisfacer como merece.
El gato come espontáneamente poco y muchas veces
A diferencia de los cánidos que cazan en jaurías, el gato captura y se come sus presas solo. Caza por instinto, no por hambre y cada una de sus presas cubre sólo una pequeña parte de sus necesidades; se arriesgaría a morir si esperara a tener hambre para cazar. En el caso de un gato que vive en el interior hay que sustituir la caza por el juego para ayudar al gato a mantener un carácter equilibrado y un peso ideal.
Adaptado a consumir pequeñas presas, fracciona la toma de alimento tanto durante el día como durante la noche y va a comer una media de diez a veinte veces al día cuando se le deja alimento seco con libre acceso. Cada vez consume entre cinco y seis gramos y su “comida” sólo dura entre uno y dos minutos. En total, está menos de treinta minutos comiendo cada veinticuatro horas. Sin embargo, este comportamiento “medio”, esconde grandes diferencias entre las razas: el Siamés y el Maine Coon se caracterizan por una velocidad de ingestión grande (4 g/min aproximadamente), mientras que el Persa se toma su tiempo y sólo consume por término medio 1,7 g/min.
Cuanto más rápido come un gato (por ejemplo, el Siamés) mayor es el riesgo de regurgitación después de la comida. Además, una rápida velocidad de ingestión implica que el gato se traga las croquetas sin masticarlas y la ausencia de penetración de los dientes en el interior de las croquetas favorece la formación de placa dental y aumenta la incidencia de gingivitis y de afecciones periodontales.
El comportamiento alimentario normal del gato sólo se puede expresar si el entorno es  suficientemente seguro. El gato tiene que poder aislarse para exteriorizar con toda seguridad el conjunto de sus comportamientos básicos: explorar, observar, esconderse, jugar, asearse, comer, dormir, marcar su territorio, hacer sus necesidades, etc. A cad del día le corresponde un “territorio” particular en el espacio y en el tiempo.
Una superficie insuficiente o una mala distribución de su territorio pueden alterar su comportamiento alimentario.
En los lugares donde no exista un refugio o un sitio donde ponerse a cubierto, el gato se encuentra permanentemente expuesto, lo cual le hace muy vulnerable al estrés. El gato puede rechazar el  alimento aunque sea muy apetitoso. También puede desarrollar comportamientos de aplacamiento, como el lamido permanente o la bulimia.
Modos de coger la croqueta
Aunque parezca algo obvio, cada gato deposita las croquetas en la boca de una manera. Existen tres formas básicas:
El modo labial (el más difundido): el primer contacto se produce con los labios.
El modo lingual superior: el gato usa la cara superior de la lengua (como si bebiera a lengüetadas).
El modo lingual inferior (específico de razas de tipo Persa): el gato aplica la cara inferior de la lengua a la croqueta y después la lleva hacia atrás.
Algunos consejos para favorecer el comportamiento alimentario natural del gato
- Alejar lo más posible la zona de alimentación (los recipientes de agua y alimento)
de la zona de eliminación (la arena).
- No usar recipientes dobles de “agua + croquetas”, ya que facilitan la contaminación
del agua por el alimento y pueden ser la causa de un abrevado insuficiente.
Los recipientes de agua y alimento deben estar separados al menos 50 cm.
- Se prefieren los recipientes de loza o de acero inoxidable a los recipientes de
plástico.
- Si el gato no sufre de sobrepeso, dejar el alimento con acceso libre (vigilando la cantidad total consumida cada día). Si el gato necesita perder peso, hay que racionar la comida.

COMPORTAMIENTO DEL GATO CON UN ALIMENTO NUEVO
En general, un alimento nuevo atrae espontáneamente a los gatos, parece que esta tendencia natural (neofilia) ayudaría a los carnívoros a diversificar su alimentación para obtener el equilibrio nutricional. La neofilia es más acentuada si el alimento nuevo es muy apetitoso o si se presenta en pequeña cantidad con respecto al alimento habitual. El cambio de alimento puede venir acompañado de un consumo excesivo pasajero; por lo tanto, hay que vigilar el peso del gato después de la transición.
La atracción por un alimento nuevo depende también de la alimentación anterior.
Si se ha suministrado el mismo alimento durante mucho tiempo, el gato manifiesta con más facilidad una preferencia duradera por el alimento nuevo. Este “efecto de novedad” viene acompañado siempre de un consumo excesivo temporal que puede durar varios meses.
Puede ocurrir que un gato rechace un alimento que se le da por primera vez, simplemente por rechazo de la novedad. Es la neofobia, que representa el apego a las costumbres alimentarias. Se observa sobre todo cuando el animal está estresado debido a condiciones ambientales distintas de las habituales.
Los gatitos aceptan mejor un alimento nuevo si se les alimenta en presencia de su madre. Si están aislados, pueden rechazar el alimento nuevo durante varios días, mientras que en presencia de la madre lo aceptan en unas cuantas horas. Para vencer la neofobia hay que presentar el alimento nuevo mezclando una cantidad creciente del alimento nuevo con el antiguo durante varios días. Para que el olfato del gato perciba fácilmente los aromas, hay que tener en cuenta que son de naturaleza volátil y por lo tanto corren el riesgo de desaparecer progresivamente en el aire ambiente. Para limitar el riesgo de pérdida de la apetitosidad una vez que se ha abierto el envase, es importante elegir un tamaño de saco adecuado para el consumo cotidiano.
Cuando un alimento ha estado asociado con una experiencia desagradable (enfermedad, hospitalización, estar internado, etc.), el gato también puede desarrollar un sentimiento de aversión y ser capaz entonces, de rechazar este alimento durante mucho tiempo.
Un gato que no come durante tres días seguidos debe llevarse al veterinario.

DETERMINACIÓN DE LAS PREFERENCIAS ALIMENTARIAS
Los gatitos son condicionados desde muy temprano a sabores particulares. Los
fetos son sensibles a los aromas del líquido amniótico y después a la composición
de la leche materna, la cual depende, a su vez, de la alimentación de la gata.
La agudeza olfativa del gato está mucho más desarrollada que la del hombre y es el olfato el que
sirve como primer sentido discriminante para seleccionar un alimento. Por ejemplo, el gato percibe muy rápidamente el comienzo de la oxidación de las grasas. Puede rechazar la comida antes de que el hombre sea capaz de descubrir el más mínimo olor a rancio. No obstante, el olfato disminuye con la edad.
La apetitosidad es una condición sine qua non para que el gato ingiera bien el alimento que se le ofrece. El alimento teóricamente más equilibrado no vale nada si el gato le hace ascos. Esto es aún más cierto cuando su salud exige un régimen particular cuya formulación en teoría no favorece que sea apetitoso: restricción de fósforo, materias grasas, proteínas, etc. En este tipo de situaciones los aromas tienen una gran importancia. Los utilizados en los alimentos para gatos se obtienen mayoritariamente por hidrólisis enzimática de las proteínas, reacción de Maillard, etc.
Todos los productos alimentarios tienen tendencia a alterarse con el tiempo.
Para garantizar una buena apetitosidad durante todo el periodo de conservación de un producto, hay que vigilar de cerca la conservación de las materias grasas del alimento, particularmente las que se ponen en el recubrimiento de la croqueta, ya que, en contacto con el oxígeno del aire, las moléculas lipídicas generan la producción de moléculas inestables, los radicales libres, que son la causa de los fenómenos de oxidación y, por lo tanto, del enranciamiento de las grasas. La conservación a la luz y con calor acelera el proceso.
La alimentación en el destete es determinante para fijar las preferencias alimentarias. En general, el gatito prefiere el alimento con el que se ha destetado en presencia de su madre hasta los cuatro ó cinco meses de edad.

¿CUÁLES SON LOS SABORES QUE PERCIBE EL GATO?
El gato presenta distintos comportamientos frente a los distintos sabores:
El sabor ácido le atrae mucho. Los receptores del sabor ácido están presentes por toda la superficie de la lengua.
Detecta bien el sabor salado. Su percepción se basa en el mismo principio que para el sabor ácido (transferencia directa de iones).
El gato detecta el amargo a un umbral más bajo que el perro, lo cual le permite evitar las  sustancias tóxicas de sabor amargo (por ejemplo, la estricnina).
El gato percibe el sabor umami, específico de los carnívoros, que corresponde al sabor de un aminoácido no esencial, el glutamato.
El gato no tiene receptores gustativos para el sabor dulce. Así pues, a diferencia del perro, al gato no le atraen los alimentos dulces. Incluso tiene una actitud de rechazo frente a edulcorantes sintéticos como la sacarina que percibe como de sabor amargo.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Indicadores de envejecimiento

Los gatos, como sabios irracionales, llevan mucho mejor sus cambios físicos debidos al inexorable paso del tiempo.

Ellos no recurren a variopintos tintes para cubrir sus venerables canas, no acuden al veterinario para un blanqueamiento dental, no se preocupan por aumentar sus horas de sueño… nadie se lo reprochará.
PRIMERAS CANAS
A los propietarios les sigue resultando curioso ver que la cara de su gato se blanquea. Debemos pensar que ellos también tienen melanocitos, y que dentro de ellos está la deseada melanina que broncea nuestros cuerpos ante los rayos del sol.
Cuando aumentan los años, aumenta la posibilidad de que este claro síntoma de la vejez aparezca, y tampoco es raro que tras un tiempo de acostumbrarnos a una imagen más “blanquecina” del pelaje de nuestro minino, su coloración se recupere, en su totalidad o en gran parte.
DENTADURA
Pues sí, a ellos también se les caen piezas dentales; si bien es cierto que si mantenemos una adecuada prevención oral (alimento seco, visitas al veterinario...) los dientes se mantendrán en su posición toda la vida, también es seguro que algunos ejemplares presentarán más problemas en su dentadura y en la conservación de sus piezas dentales.
EL SUEÑO
En este apartado nos podemos encontrar con dos posibilidades meridianamente opuestas: aquellos gatos que aumentan considerablemente sus horas de sueño o de inactividad y, por otro lado, animales de la misma edad que parece que han sido recargados con pilas alcalinas.
Es cierto que lo más normal, lógico, es la disminución de la actividad física y el aumento de las horas de sueño, pero, en el caso de los que aumentan su actividad, incluso, y preferentemente, por la noche, deberíamos plantearnos que puede existir algún problema de disfunción “mental”.
SALIDAS AL EXTERIOR
En los gatos con posibilidades de salir fuera de casa, la edad consigue aquello que muchos propietarios habían deseado durante toda la vida del animal: que se quede en casa.
Los recursos físicos: músculo-esqueléticos, termorreguladores… se ven alterados, por ello el animal adapta su realidad a su estilo de vida: ¿salir al jardín con la que está cayendo? ¡¡con lo bien que estoy al lado del radiador!!
Su interés por explorar el mundo exterior disminuye, su necesidad de dar rienda suelta a sus instintos predatorios se ve sustituido por el mayor interés por estar calentito y con su comida cerca.

lunes, 27 de agosto de 2012

Los mayores en casa

Cuando nuestro gato entra en la tercera edad, algunas cosas debemos cambiar en casa para facilitarle la adaptación a esos cambios inevitables que el ritmo de la vida le marca. Estar alerta para notar esos cambios nos permitirá seguir disfrutando de un gato feliz.
A todos nos es difícil aceptar que nos cueste cada vez más algo tan sencillo y rutinario como es el agacharnos a recoger algo del suelo; cuantos más días, meses y años pasan, más nos cruje la espalda y peor nos responden los músculos encargados de flexionar y recuperar la extensión de nuestro castigado organismo.
Pues, aunque nos cueste creerlo, a ellos, a nuestros gatos, les pasa un poco lo mismo.
Cierta tristeza nos inunda cuando “Simba” no corre durante largos minutos tras el puntero láser que proyectamos sobre la alfombra del salón; cierta preocupación nos invade cuando a “Félix” no le vemos saltar sobre “su sofá favorito”. Es… ¡¡la edad!!
Es lógico pensar que ciertas rutinas del gato se irán adaptando a sus variantes capacidades. Cuando un gato cumple los 17 años no tendrá el mismo interés en deambular por el jardín que cuando tenía tres, ¡¡aunque existan honrosas excepciones!!
Lo primero que notaremos es que el animal está funcionando a menos revoluciones, como si todo se hiciera un poco más lento. Ese puede ser uno de los primeros indicativos de que nuestro buen amigo se está haciendo mayor.
A partir de ese momento debemos tener muy presente que las revisiones veterinarias serán algo rutinario, necesario y  fundamental para prevenir o tratar las cosillas que vayan apareciendo.
Lo que jamás debemos hacer es “asumir” que el animal es mayor. La edad no es una enfermedad, es una evolución del ser vivo, un tránsito hacia un nuevo estado vital. En demasiados casos la asunción por parte del propietario de la vejez de su animal se transforma en un cierto “desinterés”: ¡¡si es viejo, que le vamos a hacer!! ¡¡Pues no!!, podemos hacer, y mucho.
Además de las comentadas revisiones y chequeos anuales, debemos adaptar su alimentación.
Con el paso de los años muchos gatos presentan problemas en la cavidad oral (perdida de piezas, ulceraciones, tumoraciones, etc.). Un alimento correcto conseguirá que el animal coma con menos esfuerzo, salga durante más tiempo al jardín, suba un poco mejor a su sillón favorito y corra, quizá como un gamo, detrás de la luz de nuestro puntero láser… ¿por qué? porque le estaremos asegurando el aporte imprescindible de nutrientes para que su organismo siga al máximo rendimiento.
Muchos gatos mayores tienen verdaderas dificultades locomotoras. Algunos caminan de forma distinta, en otros se nota una pérdida de agilidad para saltar como solían hacerlo. En estos casos, aparte de la lógica visita al veterinario para diagnosticar el problema concreto, intentaremos adaptar el mobiliario: cajas de lecho absorbente de fácil acceso, mantas o cojines planos en lugar de complejas cunas y sillones o, por qué no, una rampa de subida al sofá, o plataformas a alturas intermedias para evitarle dar grandes saltos.
Todo es tan sencillo como mirar a nuestro buen amigo, dedicar un tiempo a disfrutar observando esa nueva forma de comportarse y estar siempre atentos a sus pequeños o grandes cambios.
Debemos insistir: la edad, no es una enfermedad. Desde que nuestro gato comience a cambiar sus formas de actuar, variar sus capacidades, hasta el triste momento de la despedida, nos quedan muchos, muchos años para compartir. Durante ese tiempo tendremos que adaptarnos, tendremos que ofrecerle lo mejor, lo más adecuado, pero sin añorar sus capacidades perdidas.
Los gatos mayores, senior, geriátricos… “vejetes”, son también una inagotable fuente de sorpresas. Ayudémosles a que sigan dándolas.

lunes, 13 de agosto de 2012

Un segundo gato en casa

La entrada de un nuevo gato en el hogar puede ser el origen de ciertos conflictos en la convivencia, conflictos que con el paso del tiempo se transformarán en una satisfactoria relación.

No son pocas las familias que deciden que su gato, que su único gato, deje de ser el centro de atención fundamental para pasar a compartir los cuidados de sus amigos humanos con un nuevo compañero.
La vida de un gato experimenta cambios muy positivos con la llegada de otro felino: interacción, juego, comportamiento, salud, etcétera. Pero todos estos beneficios no llegan de forma inmediata, en la mayoría de las ocasiones, los primeros contactos no suelen ser “muy amistosos”: suelen darse más de un bufido, alguna que otra carrera…, y si la proximidad lo permite algún que otro manotazo (generalmente, y por fortuna, sin la presencia de uñas).

¿QUÉ HACER?

Esta es la pregunta estrella de aquellos que están decididos a meter un nuevo felino en casa, pero que tienen dudas acerca de cómo se desarrollará la toma de contacto.
Si nos es posible, deberíamos hacer una presentación a distancia del nuevo habitante al gato residente. Nos explicamos: sería ideal frotar con un paño al nuevo amigo; esa “especial tarjeta de visita” debería dejarse en el territorio del gato que ya convive con nosotros. De esta forma, el inquilino habitual va reconociendo el olor de su futuro compañero, pero sin el estrés añadido de encontrarse también con el cuerpo del nuevo animal acompañando a esa desconocida fragancia.
Tras conseguir que nuestro gato olfatee el paño, podemos frotarlo en su cuerpo; de esta forma conseguimos que el olor del nuevo gato “inunde” no sólo su espacio vital, sino que el olor comparta el propio de nuestro más fiel amigo.
Tras este sencillo método, nuestro gato, el de toda la vida, estará “más receptivo”.

LA LLEGADA

Llegó el momento. Es el día de ir por nuestro nuevo amigo; hemos inundado el entorno y la propia piel de nuestro primer gato con los olores del nuevo compañero, pero, ¿podemos hacer algo más? Por supuesto. En las clínicas veterinarias y en las tiendas especializadas podemos encontrar feromonas “tranquilizadoras”. Estos componentes permiten que en el entorno de nuestro hogar los felinos “respiren” un ambiente de paz y tranquilidad.
El uso de estas feromonas (en aerosol o en dosificador continuo en los enchufes) proporciona una ayuda adicional al buen entendimiento de los nuevos amigos.
Lo mejor es aislar al nuevo felino en una habitación unos días y hacer que ambos se vayan familiarizando con el nuevo olor a través de la puerta. Posteriormente abriremos esa puerta para que se vayan viendo poco a poco y el encuentro no sea brusco.
Ante todo, nosotros no debemos forzar el acercamiento de los animales, sino que estaremos en su presentación como meros observadores, sin sujetarles para que se huelan o prácticas similares.
Nos daremos cuenta de que, en el peor de los casos, lo más que sucederá es que el silencio del hogar se rompa con unos intensos bufidos.

¿Y DESPUÉS?

A partir de este momento ellos serán los que marquen sus pautas de convivencia, los que definan sus territorios, sus muebles favoritos…
Nosotros, con el fin de evitar conflictos en su relación y en la de ellos hacia nosotros, les facilitaremos dos comederos, dos recipientes con agua y, muy importante, ¡un par de bandejas de arena!
En los primeros días de relación es conveniente este despliegue de medios para evitar problemas de territorialidad, dominancia, agresividad, ya que con una duplicación de los enseres felinos, al menos en los primeros días y hasta que se afiance la relación, evitaremos males mayores.
Estamos seguros de que tras unos momentos de duda y unos días de conocimiento, nuestros gatos disfrutarán de una maravillosa vida de convivencia.

domingo, 15 de julio de 2012

¿Se hace más "cascarrabias" con la edad"?

Muchas veces pensamos que nuestro amigo se está convirtiendo en un insufrible cascarrabias a medida que pasan los años aunque, ¿no será que el paso del tiempo provoca cambios que justifican ese comportamiento?

En los gatos denominados geriátricos, las causas más frecuentes de visita a las clínicas veterinarias relacionadas con alteraciones del comportamiento son la eliminación inadecuada de excrementos (orina y/o heces), la agresión, la destrucción, la actividad excesiva, la vocalización, los miedos y las alteraciones en las conductas de ingestión.
Todos o la mayoría de estos cambios pueden ser debidos, entre otras causas, a una disfunción cognoscitiva, es decir, a un deterioro de la función mental del animal, un deterioro que provoca dificultad para reconocer lugares, sitios o personas conocidas. “Dificultades”, en general, que ponen en tensión la relación del gato con el propietario.
La disfunción cognoscitiva puede aminorar su impacto con tratamiento, que solamente será paliativo y será necesario complementarse con cambios de manejo, variaciones en el entorno, etc. El propietario debería tener muy presente que, para paliar este indeseable efecto de la avanzada edad de su gato, la estimulación mental continua (diaria), el ejercicio y una adecuada alimentación, son las mejores armas para controlar el problema.
Sin embargo, no sólo los deterioros “mentales” conducen al gato a comportarse como un cascarrabias. Los problemas físicos y neurológicos son, en muchos casos, la causa que predispone a una actitud agresiva del animal.
En todos los gatos senior que presenten una conducta agresiva sería fundamental descartar la presencia de un dolor subyacente: los problemas músculo-esqueléticos o las patologías dentales, por ejemplo, pueden ser los detonantes de una agresión.

También la pérdida de capacidad sensorial (visual, auditiva, etc.) de los gatos geriátricos puede desencadenar agresiones: un gato joven que tenga miedo a las personas es capaz de evitarlas cuando aprecia su cercanía. Sin embargo un gato mayor que tenga una deficiencia sensorial y no llegue a apreciar la presencia de la persona puede reaccionar bruscamente (huída o ataque) cuando sea consciente de esta presencia.

Fuente: http://www.elgatoencasa.com

sábado, 7 de julio de 2012

Cinco reglas de oro para la educacion del gatito

Educar bien a nuestro gatito es algo fundamental para asegurarnos una convivencia feliz. Son muchas las pautas que debemos tener en cuenta a la hora de llevar esto a la práctica. Os apuntamos algunas de las más importantes.

1. Período de socialización
Es el espacio de tiempo en el que el gatito está receptivo al aprendizaje. Comprende de la segunda a la séptima semana de vida. Todo lo que aprenda durante este período marcará las bases de su comportamiento futuro (que se relacione con perros, con niños, que aprenda los horarios, que se acostumbre al cepillado diario, que se le bañe: hay que hacerle natural todo aquello que le tocará vivir durante el resto de su vida)

2.  Métodos suaves, respetando la psicología de los gatos
La forma de enseñar a un gato difiere considerablemente con la que seguiríamos con un perro. Es contraproducente retenerle contra su voluntad, golpearle (ni siquiera con un periódico) o abordarle de manera brusca. En seguida aprenden el significado de un “no” seco o un “chssss” prolongado.

3. Utilizar castigos indirectos
El disparo de agua a distancia (con una pistola) es uno de los métodos más eficaces para disuadir a un gato de una mala conducta. Él no relacionará esa lluvia repentina con ninguna persona y, por tanto, no lo hará cuando esté solo, ya que pensará que en cualquier momento le pueden volver a caer las indeseables gotas de agua.

4. Ser firme en las decisiones
A la hora de fijar conductas debemos ser implacables en las órdenes: si estamos enseñándole a no subirse a la encimera de la cocina, nunca, nunca, flaquearemos en esta decisión. Con una sola vez que se lo permitamos echaremos por tierra todo el camino andado.

5. No jugar con las manos
El gatito debe aprender que las manos le acarician o le dan de comer, pero no son un “elemento cazable”. En los gatos el juego y la caza están íntimamente ligados, y si le acostumbramos a jugar con nuestras manos, él no entenderá por qué a veces sí y a veces no se puede jugar con ellas, por lo que es una pauta a evitar.
Y por último, tengamos presente que no siempre es fácil educar a un gato. Aproximadamente el 15% de los gatos son resistentes a la socialización con las personas (sobre todo aquellos que proceden de la calle y que su período de socialización se ha realizado en ausencia de humanos).